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Enrique Jardiel Poncela y su carta a Mercedes Salisachs

  • ktmktmktm
  • Jan 22, 2014
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Enrique Jardiel Poncela fue un escritor y dramaturgo español que nació en Madrid el 15 de octubre de 1901 y falleció en la misma ciudad el 18 de febrero de 1952. Relacionado habitualmente con el teatro del absurdo, su obra, novedosa para su época, fue ampliamente criticada, y tuve varios percances con la censura franquista. Sin embargo, a día de hoy se ha reconocido su enorme valor como literato y escritor de obras de teatro.Estudió en la Institución Libre de Enseñanza y posteriormente en el Liceo Francés y al Colegio de los Padres Escolapios de San Antonio Abad . Inicia la carrera de Filosofía y Letras en 1917, pero la abandona y comienza a colaborar con diversos medios y publicaciones, apareciendo su primer relato en 1920 en El Imparcial. Comienza a decantarse por la escritura humorística, dirección que se consolida a raíz de conocer a Ramón Gómez de la Serna. Debuta en el teatro y tras una serie de obras tanto dramáticas como narrativas marcha a EEUU en busca de la gloria como guionista de Hollywood. Sigue viajando: de allí regresa a España, pero la Guerra Civil lo obliga a huir a Francia y luego a Argentina. Finalmente consigue retornar a España, donde se concentra definitivamente en el teatro y en guiones cinematográficos. En 1944 enfermó de cáncer y se redujo su producción, lo que, sumado a algunas inversiones imprudentes y el fracaso de algunas de sus obras, condujo a que muriese en la ruina económica.

CARTA A MERCEDES SALISACHS

Queria mostraros la carta que Don Enrique mandó a Doña Mercedes Salisachs no solo como curiosidad sino como aprendizaje para todos los que emprendais algo y en vez de aduladores tengais toda una legion de criticos.

Después de que ésta catalana a la que le gustaba escribir en castellano se estrenara como dramaturga, su inauguración no fue un éxito, sino un absoluto fracaso por parte de la crítica, que se ensañaron con ella, quizás porque sólo querían ver en ella a una chica que pertenecía a una burguesía catalana selecta, que se había encaprichado en escribir una obra de teatro.

La cuestión es que Mercedes Salisachs pese a su tesón siempre se ha mostrado insegura respecto al miedo al fracaso y aquello le provocó una crisis en su vocación del que le costó salir, pero tal como explica en alguna entrevista fue una carta recibida de uno de los más grandes dramaturgos españolesEnrique Jardiel Poncela la que en cierta manera le devolvió la confianza. En la carta Jardiel Poncela, le dice que ha asistido a la representación y que se ha llevado una gran impresión de la obra, pero sobretodo donde hace el mayor hincapié es en la soledad del artista a la hora de juzgar y creer en la propia obra, un camino lleno de baches, en donde a medida que avance a quién menos debe hacer caso es a los críticos. Personalmente me fascina este tipo de actitudes generosas que se dan con frecuencia en un tipo especial de personas, que no les importa regalar su tiempo y su esfuerzo, para utilizarlo en dar palabras de ánimo a algún desconocido que se intuye que lo necesita.Mercedes Salisachs siempre guardó esa carta como oro en paño, la carta es la siguiente;

Carta de Enrique Jardiel PoncelaLunes, 3 de mayo de 1948

Sra. Mercedes Salisachs de Juncadella Mi distinguida y admirada señora:Ignoro si mi opinión personal y literaria pesará o no en el ánimo de usted, aunque lo cierto es que preferiría –y celebraría- que pesase; pero, de cualquier forma, no quiero que usted abandone Madrid sin trasladarle lo que va a continuación.Estuve el sábado en la Zarzuela y sí “La heroína de Betulia”, y me pareció excelente; y si es su primera obra, la considero reveladora de una verdad inefable (y sólo oculta para el espectador de mala fe o de poco criterio): la de que usted es un autor teatral a quien espera una larga y brillante carrera en los escenarios, si el desánimo o las adversas opiniones ajenas no inmovilizan su capacidad indudable de creación.

Porque, además de trasladarle mi fallo en este punto, me permito darle mi consejo profesional de que jamás, jamás, jamás haga caso de las opiniones ajenas y mucho menos si esa opinión es la de las llamadas “críticas oficiales”. Por dios!! Sobre todo, ningún caso, absolutamente ningún caso de la crítica periodística! Un crítico es siempre la persona que menos sabe del arte de hacer comedias. Si supieran ellos algo de eso, escribirían comedias en vez de criticarlas, pues escribir comedias produce muchos más ingresos –por pocos que produzca- que redactar críticas: por mucho que ese fácil esfuerzo se remunere. Sobre “La heroína de Betulia” se han escrito en los periódicos de Madrid todas las majaderías y falsedades que se escriben cada vez que se trata de afrontar y juzgar un real valor nuevo. Casi esa es la “piedra de toque” que revela la realidad de un valor verdaderamente nuevo.Hasta Marquerie, que suele proceder inteligentemente, ha olvidado este vez su inteligencia en el guardarropa del teatro de la Zarzuela.

No tengo tiempo aquí de analizar la crítica de él en “ABC”, aunque con gusto lo haría, pero si le diré a él cuando le vea que no se puede acusar a un autor de usar vocablos modernos (valga la expresión) en una tragedia de la época y ambiente históricos y citar a Girandoux y a Cocteau, especializados en la modernización, precisamente, de la tragedia histórica. Y quizá le diga otras cosas más cuando hable con él acerca de la obra de usted, señora.Resumo: ante todo y sobre todo, siga.Y siga sin hacer caso de nadie, excepto de sí misma. Todo es susceptible de ser mejorado en el propio arte, pero ha de mejorarlo uno solo y sin ayuda de nadie: porque en arte un artista no tiene más que una luz, la que lleva él dentro; y únicamente dispone de “una guía de carreteras”: su propio juicio, su propio gusto, su propia sensibilidad, su propia voluntad y, -en fin- su propio y solo albedrío artístico y espiritual.

Aíslese para trabajar. No lea lo que escriba a nadie. No pida opinión a nadie. Escriba; escriba y estrene. Y aguarde. Los elogios sin reserva llegarán indefectiblemente: incluso los propinados a esta obra, tratada hoy por la crítica con tanta reserva y picajosería.En cuanto al “público de estreno” tampoco es “el público”. Y menos en Madrid, ciudad que quita y da artísticamente, y que, por lo tanto, está saturada en todos sus ambientes artísticos de la mala fe propia de la gente del oficio y de los familiares y amigos de esa gente del oficio, que no pierden estreno…Podría hacerle a usted una larga historia de las veces que, desde mi primera obra, hace, ay! ya 21 años, tuve que decirme a mí mismo, para no caer a un lado del camino –desanimado y apático-, eso mismo que hoy, felizmente, usted tiene quien le oiga con toda sinceridad y humano compañerismo y buen deseo. Pero me limito a asegurarle que provocando esas reacciones que ha provocado usted es como iniciamos nuestra carrera literaria todos los que pasaremos a las antologías del género que cultivamos. Aforismo base: principio fácil, mal final.

La besa los pies su aferro compañero, Enrique Jardiel Poncela

 
 
 
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