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Enrique Tierno Galván, el último alcalde "madrileñista"

  • ktmktmktm
  • Feb 4, 2014
  • 7 min read

A día de hoy padecemos una serie de inumerables noticias sobre políticos, sindicatos, altas esferas o monarquía que por "h o por b" se pueden resumir en: la avaricia y el lucro personal a costa de la ética y moral( por no hablar de la legalidad, que en ocasiones el ciudadano de a pie sospecha que la ley es ciega para algunos y para otros no.

Con tanta turbulencia política uno se pregunta ¿qué clase de dirigentes teniamos hace años? ¿quizá es cierto que los tiempos pasados fueron mejores? ¿ o simplemente antes las cosas se hacían de forma auténtica? sin el lucro como fin principal,único o primero. Quizá el problema es que para miles de ineptos la carrera política es su único fin maquiavelico para tapar sus escasas aptitudes y actitudes; al fin y al cabo hoy en día el reconocimiento social pende de tener una vida social ajetreada,ser publicamente reconocido y ganar mucho dinero(aunque nadie sepa como se gana,de donde viene o a donde va).

De momento, a primera vista, parece que los políticos de antes escribian y por lo tanto lian. Tierno Galván uno de los alcaldes más reconocidos de la Villa y Corte nos lo demuestra pero...¿quién era Tierno Galván?

Sociólogo, político y ensayista español, nació y murió en Madrid (1918-1986). Doctor en Derecho y Filosofía y Letras, fue catedrático de Derecho político de la Universidad de Murcia (1948-1953) y de la de Salamanca (1953-1965). En esta última fecha fue separado de la docencia por encabezar una manifestación estudiantil junto con Aranguren y García Calvo en la Ciudad Universitaria madrileña. Profesor en Princenton (1966-1967), volvió a España, fundando en 1968 en la clandestinidad el Partido Socialista del Interior, que a partir de 1974 pasó a llamarse Partido Socialista Popular (P.S.P.), con el que fue elegido diputado por Madrid en las elecciones de junio de 1977. En 1978 el P.S.P. se integró en el Partido Socialista Obrero Español (P.S.O.E.) y en abril del mismo año fue nombrado presidente honorario. Fue reelegido diputado en las legislativas de marzo de 1979 y en abril del mismo año fue elegido alcalde de Madrid por una coalición entre comunistas y socialistas, cargo para el que fue reelegido en abril de 1983. Durante sus casi siete años de mandato, llevó a cabo importantes reformas, alcanzando una gran popularidad.Respecto a su faceta docente, el primer Gobierno de la monarquía le restituyó en su cátedra de Salamanca, pasando posteriormente a ocupar la misma cátedra en la Universidad Autónoma de Madrid.

Autor de: Los Supuestos escotistas en la política de Juan Bodin (1951), Sociología y situación (1954), Costa y el regeneracionismo (1961),Humanismo y sociedad (1964), Diderot como pretexto (1965), Conocimiento y ciencias sociales (1966), Antología de Marx y La rebelión juvenil y el problema de la Universidad (1972), Tradición y modernismo (1973), Sobre la novela picaresca y otros escritos (1974), La huelga (cara y cruz), obra escrita en colaboración con Adolfo Muñoz Alonso; ¿Qué es ser agnóstico? y Leyes políticas españolas

fundamentales (1808-1936) (1975); y Cabos sueltos(1981), su último libro.

Contra el franquismo combatió Tierno Galván con denuedo mediante su testimonio presencial en numerosas protestas académicas pacíficas y con la palabra, enunciada y escrita, en enjundiosos artículos, manifiestos y conferencias. Laico y librepensador militante, bien que extremadamente respetuoso con todas las confesiones religiosas -recibió al papa Juan Pablo II con un discurso en impecable latín-, Tierno fue considerado, incluso por sus adversarios, que los tuvo, como personalidad de elevada coherencia ideológica. Cortés, educado y formal en los gestos, atesoraba un acentuado sentido del humor signado por la más erudita de las retrancas.

Conoció el exilio académico tras ser desprovisto de su cátedra por coprotagonizar una protesta estudiantil en 1965 junto a los profesores Agustín García Calvo, José Luis López Aranguren y José Montero Díaz. Marchó a Puerto Rico donde impartió clases y cursos. En Princeton, Estados Unidos, fue distinguido con un doctorado honoris causa. En Madrid, Tierno Galván se había visto obligado a preparar -incluso en su propia casa del barrio de Argüelles, donde residiría hasta su muerte- a numerosos aspirantes al ingreso en la carrera diplomática. "Ello contribuyó a ampliar su visión internacional, señaladamente europeísta e iberoamericana", explica Enrique Moral Sandoval, teniente de alcalde y responsable de Cultura durante sus dos mandatos, "que aplicaría con desenvoltura durante su gobierno, en el que se propondría como objetivo la salida de Madrid al mundo exterior, de donde el franquismo lo había erradicado".

En el preludio de la transición sobrevenida a la muerte del dictador, Tierno desempeñó un papel político de considerable entidad, por su presencia activa -y la de su más cercano colaborador, el catedrático y embajador Raúl Morodo- en las conversaciones y negociaciones que la precedieron, al asociarse a la Junta Democrática, al frente de su partido. El PSP acabaría por integrarse en el Partido Socialista Obrero Español. Algunos de los dirigentes de esta formación política le contemplaban como a un rival ideológico y político. Al líder socialista Alfonso Guerra se atribuye aquel calificativo "viborilla con cataratas" aplicado a Tierno, rechazo al que él correspondía con jocoso aparato irónico. El PSOE le asignó la candidatura a la alcaldía en las municipales de 1979, concebida como una eventual vía muerta donde refrenarle de sus evidentes aspiraciones políticas. Sin embargo, el rotundo peso carismático adquirido por Tierno Galván durante sus dos mandatos le granjeó un ascendiente político que, según sus principales colaboradores, difícilmente lo hubiera conseguido de haber ceñido su trayectoria a la vida partidaria. "La alcaldía se ajustó como un guante a su personalidad política, que supo adaptar a tal cometido de manera espléndida", explica Enrique Moral.

Tierno Galván accedió a la alcaldía de Madrid en 1979, en las primeras elecciones municipales democráticas celebradas en la ciudad tras el franquismo. Madrid fue gobernado por 23 concejales socialistas y nueve comunistas. "Nunca discriminó al PCE de las decisiones", admite el arquitecto Eduardo Mangada, entonces concejal de Urbanismo y portavoz comunista tras la portavocía de Ramón Tamames entre 1979 y 1981. La idea central de los dos mandatos del Viejo Profesor -así bautizado por Raúl Morodo- fue, según Enrique Moral, "la recuperación de la identidad de Madrid para los madrileños, hasta entonces desprovistos de sentimiento alguno de pertenencia". Para Eduardo Mangada, "el discurso franquista había convertido a los alcaldes en meros agentes gubernamentales a espaldas de la sociedad civil", apunta el urbanista.

"Otro de sus rasgos principales", añade Eduardo Mangada, "fue que jamás abdicó de su condición de intelectual y siempre se esforzó por hacer comprensible -sin banalizarlo- su lenguaje erudito, que empleaba con sorna, sarcasmo o barroquismo, según la ocasión". Empero, "mostraba un exquisito respeto hacia toda persona que se le aproximara -a todos trataba siempre de usted- y sus críticas se dirigían a enunciados, no eran nunca de cuño personal", subraya Enrique Moral.

"Su gracejo adquirió ribetes geniales, como mostró en una recepción de ediles mexicanos", cuenta el economista Ramón Tamames, primer teniente de alcalde, alcalde en funciones y portavoz del cogobernante PCE entre 1979 y 1981. "Para explicar las razones de su recepción y asistencia a una reunión con ellos, citó al general revolucionario Pancho Villa y, con acento típicamente mexicano, les dijo: 'Vengo a verlos a ustedes, no más, por el gusto mero de platicar con compadres'. Su cita levantó vítores", añade Tamames.

El Viejo Profesor vestía siempre trajes de sastre cruzados, lucía corbata y, como revela en su libro Atando cabos su más estrecho colaborador durante 25 años Raúl Morodo, "gustaba de aparentar más edad de la que realmente tenía", escribe, lo cual era interpretado como un rasgo de coquetería. Ocasionalmente proclive a trasegar algún gin-tonic, su apariencia y actitudes profesorales no le impidieron disfrutar de una alegría de vivir que expresaba con jocosas humoradas.

Cuando realmente conquistó los corazones y el ánimo de los madrileños, según numerosos testimonios, fue al presidir la cabecera de la manifestación contra los golpistas del 23-F de 1981, a la que acudió escoltado por maceros municipales ataviados a la usanza bajomedieval y provistos de mazas. Allí nació una suerte de romance entre los madrileños amantes de las libertades y su alcalde, que Tierno ensancharía en su trato con los jóvenes, a los que invitaría desde un escenario de música a "colocarse y al loro". Aquella heterodoxa frase, que le fue sugerida por un colaborador, desató oleadas de afecto juvenil, así como el rechazo de la derecha. En otra ocasión, inauguró en el barrio de La Estrella un pasaje dedicado al músico John Lennon, integrante de The Beatles; pero su erudición le jugó una mala pasada: ante las cámaras de televisión, Tierno lo definió con el apellido del reformador protestante Lennox.

Enrique Tierno estuvo casado con Encarnita Pérez, mujer de gran discreción y afable trato, amante del ciclismo e intérprete de flauta. Con su esposo compartió devoción mutua. No mostraron ostentación alguna y su vida fue la de una familia de clase media e ingresos moderados. Tuvieron un hijo, Enrique y una hija que murió en la infancia.

"Tierno concebía la ciudadanía como un atributo digno de ser ejercido y gozado mediante la participación política democrática de los moradores de la ciudad", confiesa Juan Barranco, alcalde de Madrid a la muerte del Viejo Profesor, al que permaneció siempre muy unido. "No tema, Juan, me dijo poco antes de su muerte", cuenta Barranco "Usted lo hará muy bien". Pocos días antes de su ingreso en una clínica de la calle de Juan Bravo, donde sería tratado hasta su fallecimiento, el alcalde Tierno Galván había llamado a sus colaboradores cercanos para despedirse de ellos.

Su entierro fue, sin duda, uno de los acontecimientos más importantes de la historia civil de la ciudad. Su ataúd fue depositado sobre el armón de una carroza ornamentada a la federica, con caballos enjaezados de plumeros negros, que recorrió la ciudad desde la Casa de la Villa, sede del gobierno municipal, hasta el cementerio del Este. Más de un millón de personas de toda condición salieron a la calle en una jornada invernal para despedir al Viejo Profesor.

Prueba del impacto causado por su sepelio es un testimonio que brinda el ex alcalde Juan Barranco. "Un hijo de un amigo mío, hoy periodista, tenía 12 años cuando murió Tierno Galván. Aquel día confesó a su padre que se escapó del cole para presenciar el entierro".

 
 
 
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