Leblanc y El Tigre de Chamberí
- ktmktmktm
- Feb 7, 2014
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Además de su faceta de intérprete como galán de comedias, una de las más destacadas en la historia de la cinematografía española, Tony Leblanc abarcó en su extensa trayectoria profesional tareas de dirección, guión, producción y composición musical, ejerciendo su carrera en el cine, el teatro y la televisión.
Tony Leblanc (cuyo nombre real era el de Ignacio Fernández Sánchez) nació el 7 de mayo de 1922 en Madrid. Su padre trabajaba como conserje del Museo del Prado, emblemático lugar pictórico en el que Tony residió con su familia.
Desde su infancia explotó su vena artística, abandonando los estudios e instruyéndose en canto y baile.
Antes de conseguir su sueño de convertirse en actor teatral, Tony trabajó como ascensorista en el Museo del Prado y como boxeador, llegando a ser campeón de Castilla de peso ligero.
A comienzos de los años 40 trabajó con Celia Gámez, debutando en el cine a mediados de década con títulos como “Eugenia De Montijo” (1944) de José López Rubio, “Los Últimos De Filipinas” (1945) de Antonio Román o “Por El Gran Premio” (1946), film dirigido por Pierre-Antoine Caron.
Al mismo tiempo prosiguió con su carrera teatral, adquiriendo renombre escénico gracias a sus trabajos en las compañías de Ana Mariscal, Manuel Paso y Luis Escobar.
Sus papeles en el cine fueron secundarios hasta la década de los 50, cuando protagonizó películas como “La Danza Del Corazón” (1951), musical dirigido por Ignacio F. Iquino, o “Segundo López, Aventurero Urbano” (1952), comedia realizada y co-protagonizada por Ana Mariscal. También intervino en algunos de los títulos más populares del momento, como “Historias De La Radio” (1955) o “Manolo, Guardia Urbano” (1956).
A partir de la segunda mitad de los años 50 su imagen de castizo madrileño, con altas dosis de ironía y cinismo, se hizo muy popular gracias a comedias como “El Tigre De Chamberí” (1957), film sobre boxeo dirigido por Pedro L. Ramírez que co-protagonizó José Luis Ozores, “Las Muchachas De Azul” (1957) de Pedro Lazaga, “Historias De Madrid” (1958) de Ramón Comas o “Las Chicas De La Cruz Roja” (1958), un film de gran éxito comercial dirigido por Rafael J. Salvia que asoció por primera vez al actor madrileño con Concha (Conchita en aquella época) Velasco, con quien apareció posteriormente en numerosas ocasiones.
“El Día De Los Enamorados” (1959) de Fernando Palacios, “Los Tramposos” (1959) de Pedro Lazaga, “Vida Sin Risas” (1959) de Salvia, “Amor Bajo Cero” (1960) de Ricardo Blasco, “Julia y El Celacanto” (1961) de Antonio Momplet, “Mi Noche De Bodas” (1961) de Tulio Demicheli, “Sabían Demasiado” (1962) de Pedro Lazaga, “Historias De La Televisión” (1965) de José Luis Sáenz de Heredia, “Hoy Como Ayer” (1966) de Mariano Ozores o “Los Que Tocan El Piano” (1968) y “Una Vez Al Año Ser Hippy No Hace Daño” (1969), ambas dirigidas por Javier Aguirre, fueron los títulos en los que coincidieron como pareja artística.
Al margen de sus películas con Concha Velasco, Tony Leblanc intervino en comedias de gran éxito, como “Los Tres De La Cruz Roja” (1961), film de Fernando Palacios co-protagonizado por José Luis López Vázquez y Manolo Gómez Bur, “Los Subdesarrollados” (1968), película dirigida por Fernando Merino que contaba también con la actuación de Alfredo Landa o “El Astronauta” (1970), comedia dirigida por Javier Aguirre y escrita por Pedro Masó.
También produjo, dirigió y escribió varias películas, iniciándose en la dirección. Tras realizar “Los Pedigueños” (1961) y “Una Isla Con Tomate” (1962), Tony, que no consiguió excesivos resultados comerciales con sus aventuras como productor, abandonó su carrera como director cinematográfico.
En 1975 rodó su última película como actor protagonista, “Tres Suecas Para Tres Rodríguez” (1975), una comedia dirigida por Pedro Lazaga que estaba co-protagonizada por Antonio Ozores y Rafael Alonso.
En 1983 Tony sufrió un grave accidente de automóvil que le mermó físicamente, impidiéndole proseguir con sus actividades interpretativas.
Once años después recibió un Goya honorífico por el conjunto de su trayectoria cinematográfica.
El cómico Santiago Segura fue el encargado de resucitar la carrera de Tony Leblanc, haciéndole aparecer en su taquillera película debut, “Torrente, El Brazo Tonto De La Ley” (1998). Por esta aparición Tony recibió un Goya como mejor actor de reparto.
Uno de sus últimos trabajos como intérprete se produjo en la exitosa serie de televisión “Cuéntame”.
Tony Leblanc falleció a causa de un fallo cardíaco el 24 de noviembre del año 2012. Tenía 90 años.
EL TIGRE DE CHAMBERÍ
Director: Pedro L. Ramirez. Intérpretes: José Luis Ozores, Tony Leblanc, Antonio Garisa, Helene Remy.
Miguel Orégano (José Luis Ozores), apodado “El Tarta” por su tartamudez, logra colarse en el fútbol con su amigo Manolo (Tony Leblanc). En mitad del partido noquea al campeón de España de boxeo, Pedro Molina, logrando con este hecho una relevancia que le lleva al mundo del pugilismo con la representación de Manolo y un nuevo apelativo, “El tigre de Chamberí”.
Comedia sobre boxeo interpretada por dos monstruos del cine español, José Luis Ozores, un actor capaz de pasar de la más absoluta comicidad a la más cándida ternura, y Tony Leblanc, un extraordinario cómico que siempre sabe dotar a sus personajes de un tono cínico e irónico. A su lado excelentes secundarios, entre los que destaca Antonio Garisa como entrenador del púgil.
"El tigre de Chamberí" es Ozores, un pobre diablo que embaucado por Tony Leblanc se ve inmerso en el mundo del pugilismo en donde llegará a pelear hasta por el título de campeón de España. Sus peripecias dentro y fuera del ring se configuran con situaciones ocurrentes y muy divertidas en las que brilla el talento interpretativo de su reparto. Es un producto de una época injustamente menospreciada del cine español (quizá los cincuenta sea la etapa de mayor ingenio, simplemente por la razón de burlar a la censura, vemos el ejemplo de Berlanga cuya trayectoria ha sufrido un enorme declive con el tiempo) hecho para entretener, que lo consigue, para hacer reír, que también lo consigue, con la frecuente pizca de amor y el ineludible final feliz.