El Góngora contemporaneo. Por Fígaro.
Era viernes y me encontré cerca de Santa Ana a un buen amigo, trabajaba en ésto de recitar menú, tapas y demás, intentando teledirigirte a un restaurante. Entre el y otros tantos que había por ahí hay una gran diferencia; era el mejor. Sus frases celebres "tapas románticas, calefacción gratis" hacían que los transeuntes se pararan. Madrileño, de Chamberí; el garbo, la chulería y la caradura eran naturales, venía de serie. Tras pagar las cervezas me comentó que me pasara por la noche, él invitaría.
A eso de las nueve, sin mucho ánimo pero motivado por la compañía y la gratuidad me puse mi gorra de Medrano y me dirigí a aquél local, de los típicos que te puedes encontrar por la zona de Huertas. Cervezas, vinos, un tenue orvallo hasta que llegó él, el Góngora contemporaneo. Mi amigo como buen relaciones hizo los honores de la presentación,- ¡te presento al Gato fetén!- . Procuro no hablar de "mi libro" cuando salgo, porque cuando empiezo mi obstinación es la del propio Paco Umbral pero bueno, Góngora se interesó, preguntó y le anduve respondiendo.
Gongora era una persona de unos cincuentaitantos, con detalles de hombre culto como la cremallera bajada del pantalón y ropajes gastados. Un bohemio que cuando también se enteró de la gratuidad del vino, se animó a dejar de ser recatado y pedir un par de copas. También más allá de temas transcendentales, cada vez que había alguna tierna manceba cerca dejaba la conversación o prosegía con ella, pero esta vez dirigida a la dama en cuestión.
Paseando por la calle, mi amgio paró a dos chicas, una era hondureña, la otra no recuerdo bien. Estudiaban selectividad para intentar acceder a medicina, Góngora me presentó, como si yo quisiera o no supiera presentarme, les contó que era "El Gato de la Villa", las preguntó...¿sabeis por que a los madrileños se les llama gatos?, decidió darme la posibilidad de respuesta - Bueno, aparte de generacionalmente , padres, abuelos madrileños, se nos llama gatos porque en el mil y algo trepábamos un muro como si fueramos gatos y a partir de ahí nos qudamos con ese nombre. Góngora además apuntilló para más sorpresa y admiración de aquellas chicas latinoamericanas de 17 años, la fecha y dió muchos datos precisos, el creía conveniente y procedente explicar todos los datos en la calle a aquellas chicas menores de edad.
Despues de que las estudiantes se fueran, con cierta prisa, siguió preguntando en qué consisitiá El Gato, le comenté un poco por encima, realmente uno no se sentía motivado a esas horas, nos contamos un par de opiniones y ahí acabó la conversación, sobre todo porque salieron otras dos chicas, estudiantes de nosequé. Gógora se las llevó adentro y empezó a dar una clase magistral de arquitectura, de sus conocidos, de sus contactos, de su empresa.. tampoco le preseté mucha anteción, imaginé que quería cortejarlas con su sabiduría y es que si alguna arma le debería quedar sería ésta. Siempre he intentado escapar de situaciones ridiculas, me imaginaba a mi padre cortejando a dos chicas jovenes haciendo alarde de intelecto, además soy de los que si se tiene algún atisbo de genialidad se debería quedar dentro de uno y usarlo para un fin mayor. Entraba y salía, veia a mi amigo y cuando estaba ocupado con su trabajo volvía adentro, la úlima vez incluso la chica tenía como un folio lleno de apuntes de Gongora, quien la diría que saliendo a tomar algo y evadir el espiritu, se encontrara con tanta espiritualidad.
Me marché pronto, la mañana del Sábado la dediqué a trabajar. Me llama mi amigo- Gato, tomamos café-. Le muestro unas fotos que he sacado, hablamos de diversas cosas y le llama Góngora. Le llama para decír que soy un paria inculto y sin conocimiento de Madrid, lo estuve escuchando; la verdad es que nos reiamos y a la vez nos quedamos sorprendidos...no mediamos tanta información como para saber que soy tonto de capirote. Seguro que yo podía aprender más de Góngora que Góngora de mí, sobre todo porque es de "gatillo fácil" y quizá yo sea más reservado. Bueno, se quedó agusto Góngora, aunque mi amigo mientras repetía en bajo " se le va la pinza" le contradecía constantemente con fundamentos de hecho, porque los teoricos se conocen al dedillo las leyes, pero los buenos abogados saben usar esas leyes con unos hechos y hacer buenas interpretaciones. Eso es lo que diferencia un crítico de cualquier gremio, de una persona brillante y que se aleja del tan extendido "apostol de bar".
Mi amigo me pidió disculpas por el bochornoso acontecimiento vía móvil, yo le dije que no se preocupara, al fin y al cabo era un Góngora contemporaneo, con su cremallera bajada del pantalón, teorizando con mozas de 17 años, le dije que era buena persona, seguro que culto, pero que me había metido en su terreno y cuando viera la web( supongo que después de descalifizar la mirará o no) estaría aun más furioso. Le dije a mi amigo que prefiero que me tomen por tonto, a ser un Gongora contemporaneo y que solo creyendo que hay mucho que no se sabe se puede avanzar, antes de Góngora ya dijo Sócrates la famosa frase de "solo sé, que no sé nada".
Le comenté que me había sorprendido, porque si Madrid depende de esa élite intelectual, no me extraña que haya que rescatar Madrid. En vez de abrazar iniciativas, brindar ayuda, dar opiniones, mejorar, trabajar juntos teorizó por teléfono como echar tierra de por medio, como enterrar al Gato. Por infortunio el síndrome del Góngora contemporaneo está demasiado extendido, sobre todo en éstos temas de Madrid y profundizar en las cosas, tengan en cuenta que a la envidia se une algo que acogen como íntimamente suyo, si les quitan o arrebatan eso, no son nada. Â pesar de entrevistar a grandes personalidades del madrileñismo, de estar con Luis Antonio de Villena, Jaime Urrutia, Pilar Adón, Maria Olga Ramos, entre otros muchos que además vendrán, de trabajar con La Taberna La Bola, Guitarras José Ramirez, con Mantequerías centenarias, con el constructor de las guitarras de Paco de Lucia y un largo etcétera, uno no encuentra respeto entre la "Jet Set" de la intelectualidad, lo que hace pensar inegablemente que se está haciendo un buen trabajo, pero que como todo, siempre podemos saber más y ser mejores. Quizá Góngora no se vea reflejado en mi a casi mi treitena, yo tampoco quiero ser el Góngora del mañana.
Le conté a mi amigo, aturdido por el espectaculo; incluso estaba más contrariado que yo, que ni uno ha de derrumbarse por las críticas ni sacar los pies del tiesto ante las alabanzas. Al fin y al cabo mientras las críticas no constructivas provengan de un sabio de Madrid con la cremallera bajada y dando clases magistrales a adolescentes en tugurios del Barrio de las Letras, estas se hacen llevaderas e incluso graciosas. Uno ha de saber cual es su faro y guiarse por su luz, lo digo porque hablar es fácil ¿ pero que ha permanecido de nuestras palabras?.
Como le dije el otro día a Johnny Cifuentes (Burning) en una frase que le gustó mucho y que saqué de los intocables de Eliot Ness "mucha gente solo sabe hablar y presumir de chapa, los madrileños no, nos vale con lo que ya somos". Lo peor pudiera ser que encima Góngora fuera de Villatobas. Además recuerdo que en una de las pocas palabras que cruzamos, le saqué el tema del Raciovitalismo de Ortega y Gasset a colación de locales que están cerrando por no adaptarse al medio actual, " los prejuicios nos limitan"...sin saber que hablaba con un prejuicioso. Me quedo, sobre todo, que la gente grande, grande de Verdad es humilde, salvo raras ocasiones y salvo Góngoras de hoy.
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