Jacobo de Grattis alias Caballero de Gracia en Madrid.
“Yo, Jacobo Gratiis, de hábito de Cristo, sacerdote indigno, natural de la ciudad de Módena, que es en Lombardía, ahora residente en esta corte y desde cuarenta años de esta parte…“ Estas palabras escritas y firmadas, por el que sería más conocido como el Caballero de Gracia, en su testamento del 9 de marzo de 1616 -que consta en el Archivo del Real Oratorio del Caballero de Gracia (Madrid), por él fundado-. pueden servir de introducción a los datos biográficos sobre este personaje que nació Módena (Italia) el 24 de febrero de 1517 y murió a los 102 años de edad en Madrid, el 12 de mayo de 1619 .
Terminado Trento (4 de diciembre de 1563) Castagna fue nombrado Nuncio en España, sustituyendo a Criveri ante Felipe II. Y con él, Jacobo Gratiis como Secretario. Vienen acompañando al Cardenal de San Sixto, Ugo Boncompagni, como legado especial .. Es la primera Nunciatura estable en España, ya que Madrid acaba de constituirse en Corte en 1561, y hasta entonces los Nuncios han ido de un sitio a otro acompañando a los Reyes. Entre otros trabajos, se ocupan de mejorar las relaciones entre España y la Santa Sede, deterioradas durante el último pontificado, el de Pío IV fallecido en 1565. Otros temas importantes en los que trabajan son la posible alianza cristiana contra los turcos, y la delicada situación del arzobispo de Toledo, Bartolomé Carranza, acusado ante la Inquisición.
Pero mientras tanto, Jacobo había tenido un primer contacto grato con el pueblo español, que le hizo exclamar:”¡O, que buena tierra para mi gusto y mis inclinaciones, que todas son a celebrar las fiestas de Dios y de su Madre y de sus santos, con júbilo y gozo, con música y solemnidad! ¡Con que alegría viviera y muriera yo en esta provincia si fuera natural de ella!” . La prueba de la verdad de estas palabras estará en el hecho de que a partir de 1565 y hasta su muerte en 1619, únicamente faltará de Madrid unos siete años, de 1572 a 1580, con algunos viajes entre ambos límites.
Se quedó en Madrid definitivamente con 63 años, durante la Cuaresma de 1580. Jacobo no solo fué a resolver un problema a la Santa Sede, sino a conseguir su gran aspiración de vivir y morir en la capital de España.
Pero ha de cumplir con su deber, que ahora es sustituir al Nuncio, Mons. Sega, obispo de Piacenza, que debe acompañar al rey Felipe II en Portugal, donde estará hasta febrero de 1583. En esta época, por la apariencia de una vida acomodada, y probablemente por la envidia, algunos le acusan y denuncian de haberse apropiado de una cantidad de dinero importante. El Caballero se defendió de esa acusación injusta, y fue exculpado tanto por la Santa Sede como por Felipe II. El Nuncio, en una carta al Cardenal de Como, su protector, hace estos comentarios elogiosos del Caballero: “en esta Corte vive muy honradamente y muy religiosamente (…) que está bien visto en toda esta Corte, comenzando por el rey (…) y no hay casa de italiano en esta Corte de tanta concurrencia y donde se pase el tiempo tan virtuosamente como se hace en casa del Caballero” .
Como ya saben en Madrid existe el El Oratorio de Caballero de Gracia es
una iglesia de estilo neoclásico ubicada en Madrid(España), con entrada por las calles Gran Vía n.º 17 y Caballero de Gracia n.º 5. Pertenece a la Real, Antigua y Venerable Congregación de Indignos Esclavos del Santísimo Sacramento (más tarde Asociación Eucarística del Caballero de Gracia, regida por el Opus Dei), fundada por el especulador inmobiliario y libertino modenés y luego sacerdote Jacobo de Grattis, más conocido como el Caballero de Gracia.
Calle Desengaño, el origen de su nombre.
La calle del Desengaño va desde la de la Luna a la de Valverde, a las espaldas de la Gran Vía. El nombre le viene de una espeluznante leyenda en la que sufrió en su orgullo donjuanesco el famoso Jacobo de Gratis (el "Caballero de Gracia" del arrepentimiento después de una vida de crápula y fundador del Oratorio que hoy lleva su nombre). Cuando por aquí se disponía a batirse en duelo con otro caballero, un tal Vespasiano de Gonzaga, al parecer por el amor a una dama, al desenvainar las espadas cruzó entre ellos una vaga y fantasmal sombra de mujer que les pareció joven y hermosa. Olvidados de su rencilla, se sintieron arrastrados por ella, y, al tratar de abordarla con espíritu libidinoso, comprobaron con terror que era una descarnada muerta. La exclamación de los caballeros fue: "¡Qué desengaño!"